Si nuestros hábitos de alimentación no son como los nuestros padres, es lógico suponer que nuestros hijos tampoco comerán como nosotros. La ciencia está poniendo todos sus esfuerzos en desarrollar alimentos más frescos, sanos y baratos; conservarán todo su sabor, serán más apetitosos, y contribuirán a paliar el hambre.Año 2050. Sobre la mesa, un desayuno del siglo XXI : cereales para los niños, café con leche y tostadas para los adultos. El menú del mañana está servido : ¡ buen provecho! Nuestra protagonista, María, sorbe un trago de su de su taza mientras termina de deglutir el último pedazo de pan.
Para ella, el frescor de los tomates, el ajo y el aceite de oliva extendido junto al jamón serrano en una rebanada de pan tostado representa el auténtico sabor del desayuno. De hecho, si nosotros mismos pudiéramos saborearlos nos daríamos cuenta de que estos alimentos tienen un gusto excepcional . saben exactamente igual que recién recolectados.
Pero estos alimentos no se han acabado de recoger de la huerta, ni mucho menos. Su sabor es fruto de la ingeniería genética. Los tomates transgenicos, por ejemplo, que María ha utilizado en su desayuno, no son realmente nada nuevo a estas alturas del siglo XXI.
En 1994, en Estados Unidos, se comercializaron los primeros tomates obtenidos mediante técnicas de ingeniería genética. Así, estos tomates transgénicos tienen ya hoy día en el siglo XXI una ventaja tremenda : tardan mucho en madurar y, por lo tanto, se conservan frescos durante bastante más tiempo. Para el siglo XXI se habrá evolucionado aún más y su tiempo de conservación será más largo todavía.
Los tomates naturales, o sea, aquellos que no hayan sido sometidos a la ingeniería genética, maduran debido a que disponen de un gen encargado de la producción de una determinada enzima, que es la responsable de este proceso. Para retardarlo, basta con silenciar la actividad de ese gen, como puede imaginarse éste, no es un proceso sencillo.En Estados Unidos, también se empezó a vender tomates transgénicos procesados. Estos alimentos transgenicos, en su estado natural sin procesar) se mantienen en perfecto estado siete días más que los no manipulados genéticamente, y según avancen las técnicas este período se ampliará. En el Reino Unido también se ha permitido últimamente la venta de tomates transgénicos, y sin duda, esta decisión se irá extendiendo por los demás países de la Unión Europea, con España incluída.
Pero no serían sólo los tomates sometidos a la ingeniería genética. En este siglo XXI el trigo transgénico tendrá un gluten de harina más panificable, las patatas, un almidón especialmente para hacerlas fritas. En los productos cárnicos y el pescado pasará algo similar. Los salmones, con la hormona del crecimiento estimulada del crecimiento, se desarrollarán mucho más rápido.
Para ella, el frescor de los tomates, el ajo y el aceite de oliva extendido junto al jamón serrano en una rebanada de pan tostado representa el auténtico sabor del desayuno. De hecho, si nosotros mismos pudiéramos saborearlos nos daríamos cuenta de que estos alimentos tienen un gusto excepcional . saben exactamente igual que recién recolectados.
Pero estos alimentos no se han acabado de recoger de la huerta, ni mucho menos. Su sabor es fruto de la ingeniería genética. Los tomates transgenicos, por ejemplo, que María ha utilizado en su desayuno, no son realmente nada nuevo a estas alturas del siglo XXI.
En 1994, en Estados Unidos, se comercializaron los primeros tomates obtenidos mediante técnicas de ingeniería genética. Así, estos tomates transgénicos tienen ya hoy día en el siglo XXI una ventaja tremenda : tardan mucho en madurar y, por lo tanto, se conservan frescos durante bastante más tiempo. Para el siglo XXI se habrá evolucionado aún más y su tiempo de conservación será más largo todavía.
Los tomates naturales, o sea, aquellos que no hayan sido sometidos a la ingeniería genética, maduran debido a que disponen de un gen encargado de la producción de una determinada enzima, que es la responsable de este proceso. Para retardarlo, basta con silenciar la actividad de ese gen, como puede imaginarse éste, no es un proceso sencillo.En Estados Unidos, también se empezó a vender tomates transgénicos procesados. Estos alimentos transgenicos, en su estado natural sin procesar) se mantienen en perfecto estado siete días más que los no manipulados genéticamente, y según avancen las técnicas este período se ampliará. En el Reino Unido también se ha permitido últimamente la venta de tomates transgénicos, y sin duda, esta decisión se irá extendiendo por los demás países de la Unión Europea, con España incluída.
Pero no serían sólo los tomates sometidos a la ingeniería genética. En este siglo XXI el trigo transgénico tendrá un gluten de harina más panificable, las patatas, un almidón especialmente para hacerlas fritas. En los productos cárnicos y el pescado pasará algo similar. Los salmones, con la hormona del crecimiento estimulada del crecimiento, se desarrollarán mucho más rápido.
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